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LA HORA ROJA

LA HORA ROJA    Estaba descalzo. De eso sí me acuerdo. Porque en las plantas de mis pies sentía el calor del pavimento; me llevaban caminando. En la boca sentía como si la lengua hubiera aumentado de tamaño hasta convertirse en una pelota de tenis. Ah, recuerdo las épocas de jugar al tenis con los otros tripulantes. Me alegro de todo lo que puedo recuperar en mi memoria. Lo que recuerdo es tan cierto como lo que me llevó a olvidarme de todo. Sí.  Ellos se burlaban de mi desnudez, de mi fragilidad, de mi convalecencia. A todos los que arribamos aquí con la misión de observar los métodos para vivir sin oxígeno ni líquidos, nos capturaron. Estaban metidos en sus pequeños capullos, esperándonos. Sin oxígeno ni agua. Eso nos dejó vulnerables y temerosos. Supongo que todos están muertos, menos yo. Estoy escribiendo esto en una habitación de color rojo, de suelo esponjoso. Y me obligaron a hacer un pacto: dos jarras con agua por día. ¿O es sangre? Es lo que me ofrecieron a cambi...

EL VIGILANTE

EL VIGILANTE  Alguien hablaba cerca, o quizá era un murmullo dentro de mi cabeza, como si una multitud invisible contuviera el aliento mientras yo avanzaba. Pasos. Manos. El aire vibrando. Ese calor insistente bajo los pies, como si la ciudad entera ardiera solo para mí. El mundo había empezado a quebrarse mucho antes, aunque entonces yo lo ignoraba. Nadie reconoce el inicio del horror: uno lo descubre cuando ya lo tiene pegado a la piel, como un olor que no se va. Mi historia —si merece llamarse así— comenzó en una casa de provincia, un verano demasiado brillante, con el llanto de un recién nacido y la intuición infantil de que el mundo estaba lleno de grietas que los demás preferían ignorar. Desde lejos, la infancia parece más clara: el sol cae distinto, y la muerte es apenas un concepto ajeno. Pero mis pérdidas llegaron temprano. No tuve tiempo de creer en la firmeza de nada. Primero una enfermedad que se llevó a un familiar cuyo rostro recuerdo más por fotos que por memoria. De...

Blues

El blues es como vos dándome la democracia para nada el blues es levantarme de la cama y ver que son las 17.21 el blues es saber de antemano lo que el diablo te propone el blues es bajarse los pantalones ante tu chica y darle algo decente el blues es el Tango agarrando a Robert Johnson en la Pelicozo el blues es tomar sin decir mañana  el blues es cantar por unos mangos y no irte muy contento el blues es perder la cabeza por un papel y correr sin plumas el blues es tener la tarjeta sin crédito y la del bondi manchada el blues es empujar un trago con tu amigo y alentarse a seguir el blues es eso que se siente cuando te hacen creer que no podés sentir nada el blues señoras & señores es la entrada & la salida el blues son las horas que no paso con tu prima el blues es el camino que andás cuando las piernas te abandonan el blues es 24 hs en un calabozo común el blues es llegar hasta lo más importante el blues es problemas el blues es un hombre que llora en su condición de ser e...

En mi versión de las cosas

En mi versión de las cosas el invierno es un jinete con el sombrero negro y las botas gastadas de caminar por encima de los nombres. Tiene esa forma brusca de entrar en las habitaciones cerradas, apoyar su mano helada en la nuca y quedarse, como si estuviera esperando que uno diga algo que no existe. La vida es una fractura no expuesta, un golpe escondido bajo la piel que a veces arde sin mostrar la herida. Y la muerte es una cabaña en el bosque de pensamientos, un sitio inclinado, con un techo que gotea memoria, y un fogón al que nadie se sienta, pero que igual sigue encendido. En mi versión de las cosas un barco es mi tierra, aunque nunca me haya subido a uno. Mi patria es una madera que avanza sin preguntarle al agua si puede. Kilómetros de agujas en fila que nadie enhebra, porque los hilos están cansados, o porque no hay manos suficientes para ese tipo de trabajo. El mundo es un disparo en la panza, un ruido interno que se expande, un nudo que no termina de caer pero que duele por ...

FIESTA

FIESTA  Tú me llamas Majestuoso, a mí que conduzco mi carro de fuego y oro a través del firmamento, abriendo con mi paso las puertas del día, y cerrando, con el regreso del crepúsculo, los párpados ardientes del mundo. Me llamas Padre de la Luz, Rey de los Cielos y Señor del Resplandor, y dices que mis rayos, al filtrarse entre las hojas, dibujan rombos de llama, geometrías secretas de una lengua antigua. Pero escucha, Mujer: quien habita en la altura también sabe descender. Mujer, tú que trabajas inclinada hacia la arcilla húmeda, con la respiración entretejida al pecho de la Tierra, tú que naces cada día de mi calor como si mi sangre fuera una estrella que te alimenta, no contemples sólo el fulgor que me corona. Mira también mi anhelo, mi temblor oculto, pues aunque Divino soy, estoy hecho de un ardor que se inclina hacia ti. El Supremo me concedió la potestad de abrir los amaneceres, de encender los campos, de llamar a las semillas por su nombre secreto. ...

EL MITO DE DADIVAN

EL MITO DE DADIVAN Como lo relatan los caminantes de las tierras donde la noche piensa por sí misma. Se cuenta que, antes de que existiera el tiempo, cuando el cielo aún no había decidido si era oscuro o luminoso, surgió una vibración en el centro de la Nada. No era sonido ni luz: era duda. Y de esa duda primigenia nació Dadivan, el único que podía escuchar el murmullo de lo que todavía no había sido creado. Los antiguos dicen que Dadivan despertó sin cuerpo, formado de un vapor tibio que se condensaba y se dispersaba al ritmo de su respiración. Y que, al abrir los ojos por primera vez, vio dos caminos: uno hecho de verdad pura, que quemaba la vista, y otro hecho de miedo profundo, que devoraba la voz. Él no eligió ninguno. Caminó por el límite entre ambos, y ese sendero de filo se convirtió en su naturaleza. Cuando los primeros seres humanos nacieron del barro caliente de la Tierra, Dadivan ya los esperaba. Se acercó a ellos con manos hechas de sombra y luz, y tocó sus frentes....

The Impressionist 2

Una brillante luz que compite con sus ojos la ceniza ya se ha vuelto cristal sólido ejemplo de la alquimia desparramada luego del incendio que penetra todo:  la garganta del arte arde buscando aire  Persiguiendo músicas de aguas lejanas Y como la mismísima atenea Otorga todos los sentidos  los dedos danzan  frente al asesinato de lo no creado todavía  Y cuando lo químico ha sido liberado brotan desde las emociones más latentes  momentos Y el instante Y su final  su punto c ulminante y aún impresiona  Aunque no lo bastante ni lo suficiente como hacer que se cierre la puerta que conduce  a esa idea en particular.