baldozas
los dardos de punta invisible envenenada logran el blanco pero caen caen caen usados y cada vez -1 infectando en carne abierta se espera que yo encare como beethoven a la quinta y siga guiado por el aroma de lluvia en infancia y entro en azoteas cubiertas secándome las manos por andar jodiendo con secos huesos.