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Cinco Imperfectas Canciones del Crepúsculo

I El reloj de la tierra promete media hora sobre la risa del sol las sombras crecen como signo agridulce hermano apenas mayor que el sobrio atardecer título de la noche de espaldas a la piedra y anaranjados brillos sobre los pómulos y las frentes y llega la pensativa luna farol que reemplaza a farol los labios de blanco redonda brillante bien alta y en flor la sencilla seducción nocturna y se acercan los amantes y los locos delirantes que cuentan la historia con delicadas líneas largas enjutas para que los sueños tengan volumen y los niños descansen en paz. II Los médicos que sanan monstruos historias de llantos terrores vergüenzas lo que calla el que respeta las penas se apagan los rumores mientras el viento durmiendo la oscuridad se hace silencio hay promesas en los ojos borrados rastros donde se rompieron aquellas estrellas y los huérfanos oscuros sin nombre sin familia que llevan sangre ilustre de  inclinación torcida demasiada libertad o...

Por los mismos caminos embrujados los días enjaulados los palcos llenos desde donde llega una bienvenida inesperada es un paso que se elije para que no afloje la identificación al frente de la lucha y mis cambios o mi mutilación  psíquica siguen el sentir de siempre ida & vuelta y la respuesta es sí.

Hojas de Febrero

Todo comenzó en paz sintiendo la tierra mordiendo azulejos tentado por la antigua pose abro una vez más inexplicablemente confiado las hojas de febrero y lo que leo tampoco es más que un hálito con la estadía paga pero es algo que no experimentaba desde que salí del pueblo y ahora me veo huésped de una abandonada tribu donde matan a los débiles lentamente los dejan llegar a la noche solo para negarles la píldora el pan mientras se resuelven grandes conflictos sobre nosotros doy fe de que la gracia no yace en aprender una postura atractiva sino en lo quieto.

Mis traicioneros ataques

Sé que no te lo dije entonces pero aún estoy lidiando con mis traicioneros ataques con las ganas ya  en pelotas sacudiéndome serpientes que están enroscadas en mi cuello y lo equivocado  que se vale por sí mismo y ya no es error porque el pecado es  cometerlo y luego brota  en virtud con la excusa perfecta para redimirse.