Mis traicioneros ataques
Sé que no te lo dije entonces pero aún estoy lidiando con mis traicioneros ataques con las ganas ya en pelotas sacudiéndome serpientes que están enroscadas en mi cuello y lo equivocado que se vale por sí mismo y ya no es error porque el pecado es cometerlo y luego brota en virtud con la excusa perfecta para redimirse.