todo comenzó en paz
sintiendo la tierra
mordiendo azulejos
tentado por la
antigua pose
abro
una vez más
inexplicablemente
confiado
las hojas de febrero
y lo que leo
tampoco es más que
un hálito
con la estadía paga
pero es algo
que no experimentaba
desde que salí del pueblo
y ahora me veo
huésped
de una abandonada
tribu
donde matan a los
débiles lentamente
los dejan llegar a
la noche solo para negarles
la píldora
el pan
mientras se
resuelven grandes conflictos sobre nosotros
doy fe de que la
gracia
no yace en aprender
una postura atractiva
sino en lo quieto.