20240715

Estaciones

En el susurro del crepúsculo, donde las sombras danzan y juegan

un camino secreto se abre, donde los sueños comienzan

Una flor brota, sus pétalos suavemente brillantes

desplegándose como un sueño en la luz de la luna


La primavera despierta, y con ella la esperanza

verde y renovada, como los brotes que nacen

El amor florece, como una rosa en el jardín

Pero la pérdida acecha, como una sombra que nos sigue


Y el verano enciende entonces el fuego de la pasión

Pero el otoño insinúa secretos, y el corazón escucha

La libertad llama, como un pájaro que vuela alto

Pero el miedo a soltar nos mantiene atados


El invierno trae el silencio, y la oscuridad reina

Pero en el hielo, una semilla escondida echa ahora raíces

esperando el despertar de la primavera para florecer de nuevo

Y en el corazón, una chispa permanece, una luz guía

Y así, en el ciclo de la vida, amor, pérdida y libertad se entrelazan

en un baile eterno, donde el corazón late y se renueva en la misma gloria elástica

Entonces oh tú, viejo William Blake, enciende mi pasión una vez más!

20240601

Lázarus

 Yo vivía. Yo vivía en mi casa con mis hermanas Marta y María y éramos todo lo felices que se puede ser. Disfrutábamos de una holgada situación económica y no nos faltaba nunca nada. Nuestros amigos y familiares siempre estaban de visita porque les apetecía venir a nuestra casa y pasar un buen rato. Y yo vivía.

Por las noches, antes de la cena, decíamos nuestras oraciones con esmerada fé y Dios nos era siempre favorable. Habían casi siempre músicos en nuestra sala que ejecutaban hermosas canciones y cantos felices, porque éramos felices y respetábamos la ley y no cometíamos pecado alguno. Y yo vivía.

Hasta que un día la negra muerte puso fin a mi enfermo cuerpo y también a mi vida. Sí, morí. Y me depositaron en el sepulcro entre gritos y llantos desgarradores por parte de mis familiares y amigos. Y ya no vivía.

Pero mis hermanas fueron a buscar al Maestro, diciéndole: si hubieras estado aquí mi hermano, tu querido amigo, no habría muerto. Y Jesús lloró, y vino y me sacó del sepulcro luego de ya cuatro días de estar muerto, y todos se asombraron y se asustaron de sobremanera por el milagro. Y yo vivía.

Pero, por las noches, cuando estoy en mi lecho, orando a Dios, sin ninguna razón en particular más que por temor, pienso que yo quería morir y no ver todo esto.