Atragantada la garganta, oxidada, con un extraño líquido de salado sabor en la boca; veo una mujer de santo rostro, cuerpo inmaculado & madre del mundo; la música de tus manos yo imploro que llegue, aunque sea en débil tono a mis tullidos oídos; y yo estoy acá en mi casa, como un huésped, silencioso, babeando palabritas, merecido fracaso... no te olvides de mí, un hueco en la plegaria te ruego: un favor, como nunca antes me has negado, dime o señálame lo que quieras de mí o de cualquiera & yo lo hago; y límpiame si soy digno de estos inmundos pecados y olvidemos el comienzo; cuando me dejaste este amor de radar asombroso, yo te traje ésto, que te puede resultar tan humanamente odioso, porque sufro lo del albatros, con estas alas que pesan y pesan demasiado, como un gigante oso... me cortaría esta garganta, pero no como el suicida, sino para que encuentren los sonidos que hacen las palabras, la salida que por boca no hallan nada. preciosa mujer que parada en mis sueño...