encima del crepúsculo
tan
anaranjado
que casi se le podía olfatear
ella me miraba sin mirar
o eso era
lo que creía yo al menos
con sus manos entrelazadas
hablaba
por debajo de las consonantes
arrugadas
y las vocales
llanas
planas
palabras de pocas sílabas
y yo que no sabía
o no quería acaso escucharla
porque solamente pretendía
observar lo que podía tener para mí
lo que nunca eran simples mensajes
sino más bien un preludio
de esponjosas latitudes
océanos eternos
los puntos cardinales
entonces me hice cuervo
y me puse a tiritar de frío frente a ella
amante de todos los cielos
y me puse a tirar de la lengua
a ver si podía oír algo más
tal vez algún sustantivo
un leve suspiro
calificativo
que me mantuviese cerca
de aquella sosegada esclavitud
y las imágenes
chocolates
sólo espero guardar para siempre
el mítico recuerdo de sus párpados
cerrados
y su calmada voz
diciéndome muy tranquila: duerme
que yo me ocuparé ahora de todas las cosas que vuelan
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